El estadio Santiago Bernabéu vivió una noche mágica. Una de esas que pasan los años y se siguen contando en Chamartín de padres a hijos, de nietos a abuelos. Lo que se conoce como una gran noche europeo. Llevaba mucho tiempo el madridismo esperando un día como el que se vivió ante el PSG. Los 60.000 espectadores que abarrotaron el coliseo madridista disfrutaron una previa exaltada, un partido tremendo donde unos a otros se miraban en la grada con una cara desencajada, con lágrimas en los ojos, y cuando el árbitro pitó el final sintieron un orgullo que hacía tiempo que no sentían. Y decir esto de una afición que en la última década ha ganado cuatro Champions son palabras mayores.
La noche que se vivió en el Santiago Bernabéu fue especial por muchos motivos. El rival, sin ser un histórico del fútbol europeo ni muchos menos, genera una animadversión dentro de la afición madridista que pocos rivales consiguen. Los seguidores blancos les tenían unas ganas especiales por todo lo que ha sucedido en los últimos tiempos, donde llegaron a rechazar 200 millones de euros el pasado 30 de agosto por un jugador que acaba contrato el 30 de junio como es Kylian Mbappé. El madridismo también se sintió muy orgulloso por el arrojo de un equipo que ha recibido muchas críticas, la mayoría merecidas, desde que firmaran un partido bochornoso en el Parque de los Príncipes.
El ambiente que se vivió durante toda la jornada en el Santiago Bernabéu fue especial. El recibimiento al equipo hacía tiempo que no se veía por Chamartín. Miles de seguidores, muchos sin entrada que sólo se acercaron para apoyar a los de Ancelotti, crearon un clima muy especial. Los aficionados entraban al coliseo madridista con una exaltación muy poco habitual y, cuando pitó el árbitro, Chamartín fue una caldera. La gente llevó en volandas al equipo hacia los cuartos de final. La comunión finalizó con el pitido final, cuando jugadores y seguidores fueron uno.
Otras noches para recordar
La noche ante el PSG se recordará para la eternidad por el Santiago Bernabéu como aquella remontada frente al Wolfsburgo en 2016 camino de la Undécima, el 2-0 ante el Bayern en 2002 o la victoria frente al Borussia Dortmund en las semifinales de 1998, penúltima parada antes de viajar a Ámsterdam a por la Séptima.
Incluso, esta noche está a la altura de algunas de las remontadas épicas del Real Madrid en los años 80’. Sin la necesidad de conseguir un gran resultado, la atmósfera que se vivió en el Santiago Bernabéu fue mágica, como aquella ante el Celtic, frente al Anderlecht o contra el Inter de Milán. Sin duda, un día para el recuerdo.